Epitrocleitis o codo de golfista: ¿qué es y cómo tratarlo?

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Con la llegada del otoño da comienzo la temporada alta de golf en toda la Costa del Sol, un deporte que atrae a nuestra provincia a miles de personas provenientes de todos los rincones del mundo. 

La inmensa mayoría de ellas habrán padecido a lo largo de su vida algún episodio de epitrocleitis. Dicho así, casi nadie ha oído hablar de ella pero si decimos “codo de golfista” la cosa cambia. 

En el post de hoy vamos a descubrir un poco más acerca de esta patología, la cual puede afectar a cualquier persona, sea esta aficionada al golf…o no.

¿Qué es la Epitrocleitis o codo de golfista?

La epicondilitis medial o epitrocleítis es una tendinopatía que afecta a la inserción de los tendones flexores y pronadores del antebrazo en la epitróclea del húmero (también llamada epicóndilo medial).  Dicho de otro modo, se trata de un dolor interno del brazo originado por el uso excesivo de los músculos flexores del brazo y muñeca.

La epitrocleítis constituye la causa más frecuente de dolor en la región interna del codo, pero aún así, es mucho menos frecuente que la epicondilitis lateral.

Su origen lo encontramos allá por el año 1882, cuando el cirujano británico Henry Morris (quién también puso nombre a la patología “codo de tenista” ) describió el dolor medial de codo en atletas que practicaban remo.

¿Cuáles son sus causas?

Por esta razón, la suelen padecer personas que realicen trabajos repetitivos que implican movimientos de pronación o flexión de muñeca, codo o dedos, al igual que cualquier traumatismo agudo, pueden ser causantes de la aparición del codo de golfista. Hablamos de carniceros, fontaneros, electricistas, guitarristas,  cocineros…

Y, cómo no, la epitrocleitis se da con frecuencia en deportes de lanzamiento, como pueden ser el propio golf, béisbol, tenis o pesca.  Por tanto puede aparecer debido al sobre entrenamiento o a un mal gesto deportivo.

Principales síntomas

Como ocurre en la inmensa mayoría de lesiones o patologías, el principal síntoma del codo de golfista es el dolor. 

Este suele localizarse en la región linterna del codo ( epicóndilo medial), aunque también puede irradiarse hacia el antebrazo y la muñeca. Todo ello limitará bastante la movilidad del codo.

Los síntomas de la epitrocleitis suelen aparecer de forma paulatina y, de hecho, son más persistentes a medida que la patología evoluciona y se cronifica.

Además, el codo puede generar dolor mientras nos encontramos en reposo, la fuerza al cerrar la mano disminuye e incluso el paciente puede llegar a referir parestesias y afectación del nervio cubital.

¿Cómo tratar la Epitrocleitis?

Ya sabes que desde Benalterapia siempre insistimos en que, antes de iniciar cualquier tratamiento, éste debería venir impuesto por un profesional médico. En este caso un traumatólogo.

Además, para poder realizar un buen tratamiento de la epitrocleitis es necesario descubrir su origen y realizar un buen diagnóstico diferencial. Para es clave realizar una historia clínica completa del paciente, comenzando por la pertinente exploración física. 

Una vez realizada, estos serían los tratamientos conservadores más habituales:

  • Tratamiento de fisioterapia, mediante la realización de ejercicios de estiramiento y fortalecimiento muscular. También se puede recurrir a la infiltración con corticoides, es decir, medicamentos antiinflamatorios, que, en ausencia de contraindicación médica, se pueden inyectar en el área dolorosa.
  • Limitación de las actividades físicas que se puedan haber identificado como principales razones de la patología: práctica deportiva, carga de pesos, movimientos o impactos de repetición, etc.
  • Aplicación de plasma rico en factores de crecimiento, pero siempre mediante control con ecografía. Este tratamiento tiene la finalidad de aportar factores proinflamatorios que contribuyan al proceso regenerativo del tendón.
  • Como complemento a estos tratamientos, los profesores de golf suelen recomendar un sencillo ejercicio que se puede realizar en casa y que ayudará a mitigar el dolor. Éste consiste en deslizar nuestro antebrazo por una pared, y utilizando para ello algún objeto rígido en forma de tubo (por ejemplo, el típico rodillo para amasar pizza o pan). Esto también ayudará a ir reduciendo el dolor en todo nuestro antebrazo y codo.

Por último, hay que recordar que el tratamiento quirúrgico está reservado únicamente a aquellos casos en los que el dolor es incapacitante, con mucho tiempo de evolución, y en los cuales no han sido de utilidad los métodos de tratamiento conservador descritos anteriormente.